martes, 24 de abril de 2012

Viajes (XI): Guanajuato

Fechas del viaje: Viernes 20- Domingo 22 de Abril de 2012.
Compañeros de fatiga: Juan, Iratxe, Ana, Loreta, Serguei y Gontzal.

El viernes, como ya sabeís partimos rumbo Guanajuato. Guanajuato, es uno de los 31 estados que junto con el Distrito Federal conforman las 32 entidades federativas de México. Se sitúa en la famosa zona del Bajío mexicana.

Limita al oeste con el estado de Jalisco, al norte San Luis Potosí, al este con el Estado de Querétaro y al sur el Estado de Michoacán. Su capital, del mismo nombre que el estado, es famosa por ser cuna universitaria de la República, por sus minas de oro y plata, así como de poseer devoción por Miguel de Cervantes, teniendo máximo explendor esta devoción en el Festival Internacional Cervantino que se celebra todo los años por Octubre.

Fue nombrada Patrimonio de la Humanidad en 1988 y la verdad, es que todo el mundo hablaba maravillas de ella. Así que no podíamos esperar más tiempo sin ir. Y allí que nos fuimos el viernes por la tarde.

Esta vez experimentábamos por primera vez un viaje en autobús de primera clase; una delicia, en realidad. Pese a ser 4h30min de viaje (a la ida fueron casi 6h), los asientos son dignos de una clase business de un avión. Así que la comodidad hace que se haga más llevadero.

Como decía, el Viernes después de la Oficina fuimos rumbo a la Estación de Autobuses del Norte, vía Metro, desde donde salía el autobús. Primer objetivo cumplido tras llegar a la ventanilla de billetes a las 16.10h (el bus salía a las 17.00h y no teníamos billetes) : hay billetes. Eso sí, las caras de las chicas de la ventanilla al apuntar nuestros nombres (en especial el de Serguei y el de Gontzal, priceless).

Primer contratiempo: a las 17.00h el autobús no se encuentra. Puntualidad ante todo. Llega a las 17.30h la excusa que nos ponen: se ha roto una llanta y el autobús ha tenido que parar. En esa parada una señora sale del autobús en plena carretera y un perro le muerde en la pierna. Cuando escuchamos la historia nos reimos y yo pienso: "surrealista". El caso es que hay que parar a arreglar el bus, con lo que el retraso para salir del D.F. es de una hora y media cuando lo conseguimos.

Llegamos a Guanajuato a las 23.00h. Agarramos un taxi directo al cuco hostal dónde nos quedábamos y que recomendamos a quien pase por la ciudad. De camino a nuestro destino ya pudimos vislumbrar como era la ciudad. Llena de túneles (anteriormente canales) que comunicaban distintas partes de la ciudad, con una estructura al más puro estilo medieval. Esa noche, cena cerca del hostal, un mezcalito, unos tacos y a la cama que habia que madrugar.

A la mañana siguiente, nos levantamos temprano para ver la ciudad. Lo primero que visitamos fue el pequeño zócalo y el teatro Juarez, que se sitúa junto a él.

Juan y su nuevo amiguito
Ana y Juan en el Monumento al tuno
En el teatro Juárez
Después entramos en el Templo de San Juan Bautista, dónde un niño de tres años se encontraba, vestido de pastorcillo, en la puerta de la Iglesia. Nos contó su padre que es tradición presentarlo al templo cuando cumplen esta edad. Posteriormente, fuimos al Museo de Don Quijote, que como ya mencionaba al principio, tiene un papel muy importante en la ciudad.

Callejeando por Guanajuato

Museo de Don Quijote
Visitamos el famoso Callejón del Beso, donde según la leyenda, una chica de la nobleza fue asesinada por su padre por relacionarse con un humilde campesino. También cuenta la leyenda que aquellos enamorados que no se besen en el tercer escalón recibiran siete años de mala suerte. Supersticiones...


Callejón del Beso
Al mediodía, nos sentamos en una terraza a ver el "Clásico" (grata sorpresa ;)). Más tarde, comilona.
Por la tarde, pasamos por la Basílica de Guadalupe, la Universidad de Guanajuato y más tarde nos quedó tiempo para subir en el funicular a la estátua de Pipila y ver las maravillosas vistas que se pueden disfrutar desde aquel punto. Entramos en el museo de las Leyendas (un pelín cutre) y volvimos a bajar en el funicular para ir al Mercado de la ciudad y al Edificio de la Alhóndiga.

Basílica de Guadalupe
Universidad de Guanajuato

Monumento a Don Quijote
Con Guanajuato de fondo
Vistas desde el monumento a Pipila
A la noche, fuimos al Teatro Juarez donde empiezan las famosas Callejoneadas: tunas que hacen recorrido por la ciudad con sus respectivas canciones. Y la verdad que acertamos. Pasamos un buen rato y nos echamos unas risas con la Tuna Bizantina (recomendable).


Tuna Bizantina: de Callejoneada
El domingo, tras un desayuno en la terraza del hostal nos dirigimos a las Minas de la Valencina, fuera de la ciudad. Descendimos 60 metros en una de ella, que reportaban las tres cuartas partes del oro y la plata de la República. Y poco más. Comida, cafelito y vuelta a la estación a agarrar el bus de vuelta a D.F.


Alhóndida
Camino a la Mina Valenciana

A la llegada, episodio "setil" el que vivimos con el taxista de vuelta:

Antonio: "Vamos a la calle tal, sabe ir?"
Taxista con cara de seta.
Antonio: "Puede ir por tal calle"
Taxista con cara doble de seta.
Antonio: "Señor sabe ir?"
Taxista con cara de Bob Esponja.
Antonio: "Sí o no?"
Taxista no contesta.
Antonio: "Señor, disculpa, le estoy preguntando".
Taxista: "Si, bueno, creo que sí".

40 minutos más tarde, estábamos en casa (trayecto que se hace en 20). Hay cosas que no cambian. ;)

Ciudad 100% recomendable en definitiva.

P.D: Felicidades a mi padre que cumple años hoy! :)

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