Compañeras de viaje: Ana, Bárbara y Ana Pascual.
Hace dos semanas estuve en Chicago, mi primer destino en las preferencias del año pasado. Recordé durante dos días el porque de aquella decisión.
La principal razón del viaje (porque ya había visitado la ciudad) era ver a un muy buen amigo
pero por circunstancias de la vida, él tuvo que dejar la ciudad antes de nuestra visita.
Antes que nada, agradecer a María, Juan, Luis y en especial a Virginia, su cálida acogida en tierras norteamericanas.
El viernes, como de costumbre, rumbo a nuestro querido aeropuerto para coger un vuelo comprado allá por el mes de Diciembre. Embarcamos y por megafonía el piloto nos advierte que tenemos que salir del avión por problemas de seguridad (sin embargo a los dos minutos estaban montando a pasajeros en el mismo avión destino Culiacán). Dos horas de retraso. O tres.
Llegada a Chicago a la medianoche. Nuevo problema; la calle donde vivía Virginia era interior y el taxista no la conocía. Entre pitos y flautas nos acostamos a las 3.00h.
A la mañana siguiente, Ana y yo nos levantamos temprano para hacer un poco de turismo: la Holy Cathedral, torre Hancock, Water Tower y un paseo por Michigan Av. hasta llegar al punto de partida del Watertaxi, que te lleva desde el Downtown hasta el barrio chino y donde de casualidad ya nos encontramos a Barbara, Ana Pascual y Maria.
Michigan Ave. |
Water Taxi |
Paseo en barco para terminar comiendo la deep pizza ya con todos los becarios de Chicago. Después visita a The Bean y vuelta a la Hancock para disfrutar de sus vistas. Cheesecake en Lincoln Park y de vuelta a casa para salir. Sushi y un poco de baile!
The Bean |
Hancock Tower. Piso 96 |
Party |
Planetario |
Skykine |
Brunch contundente y de camino al aeropuerto el taxi se rompió y por poco no perdemos el vuelo.
Viaje express e intenso pero mereció mucho la pena.
Mañana más!