Hoy el post llega por la tarde, y es que parece que no, pero en cuatro días me voy a la otra punta del mundo (según Google, son 9345 km), y hay bastantes cosas que preparar, vacunas aparte.
Esta mañana, preparando una de esas cosas, una señora que conozco desde que tengo uso de razón me preguntaba que cómo me sentía. Me ha hecho gracia, porque creo que es la primera persona (salvando a familiares y amigos) que le digo que me voy a México y se preocupa por cómo estoy antes de ponerse las manos en la cabeza.
Así que, he sido bastante sincero: y es que pese a que todos sabemos que en estos tiempos no es el país más seguro del mundo y que conviene ser prudente y atento con lo que sucede a tu alrededor, yo, me considero con suerte. Y me fío de las opiniones de la gente que se encuentra allí, o ha estado este año en mi lugar. Y qué casualidad, que todo el mundo acaba con la misma frase: "México es un país impresionante y te va a encantar". ¿Por qué no va a ser así? Siempre he tenido la teoría de que si deseas que una cosa se cumpla, debes pensar que se va a cumplir.
Y he acabado diciendole a la señora que sí, que estoy nerviosete, pero por empezar una experiencia nueva, en un país nuevo y con compañeros nuevos, y que espero que sea inolvidable. La señora en cuestión ha terminado diciendo: "Así será". Y así, con esperanza (guiño a los absurdos), deseo que sea.
Palacio de Bellas Artes, en el DF |